lunes, 29 de octubre de 2007

Tercer año de secundaria, primeros síntomas

Siento que la mirada de Yesmilyn me acosa. No sé a donde ir. Si giro a un costado, si me dispongo a preguntarle algo al profesor, si me muevo para consultar con alguien más, si no me muevo, si no respiro. Sus ojos se han llenado conmigo, me alucinan, violan mis derechos de ser libre, me presionan contra la atmósfera de los amigos y amigas molestándome sin parar: “Bien, Anthony” “Ya la hiciste con Yesmilym” “Agárratela, man” “Ta fuertota la Yesmi, yo que tú…”, y demás y demás…
…Siento que deambulo entre acertijos: ¿Anthony y Yesmi son enamorados? No, pero puede ser, quién sabe. ¿Los dos quieren? Se nota. ¿Son tímidos? Sólo Anthony, talvez. ¿Qué le pasa a Anthony? Puede que sea gay.
Estos días he recibido varias cartitas hechas por Yesmilyn. El papel que emplea suele tener un perfume acogedor, así también: la tinta de sus lapiceros, sus plumones y sus manos.
“Hola Anthony…
Me pregunto cómo estás hoy. Siempre me pregunto eso chinito lindo. Te quiero de aquí al cielo ida y vuelta. Un beso. ¿Me preguntas dónde? Donde tú quieras chinito, ya sabes.”
No, no sé, gracias. A mí no me gusta Yesmilyn. Es una persona muy linda, siempre alegre, hasta entrañable; pero parece que acabara de aprender a reír y le gusta mucho, lo hace a sus anchas, sin tapujos, sin inhibiciones. Ríe. Y sus labios se estiran como a manera de diámetro en su rostro, se abren cual pitón embrutecido. Abre los labios sin prudencia. Suelta una carcajada estremecedora enseñando sus dientes aserrados hasta sus enciíllas oscuras. No me gusta.
Hoy su mirada me asecha más que otros días, estoy seguro. Sé que se ha enterado. Sus amigas me miran asustadas. Estoy buscando refugio en una de ellas: Esther.
- Hola Esther.
- Anthony, qué quieres, oye.
- Hablar un toque, un poquito nomás.
Hablamos. Está templada de ti, Anthony. Tú nada que ver, pero ella sí, al menos tienes que darle un beso, mira que todo da vueltas, algún día te vas a enamorar así, y no te van a hacer caso, vas a ver.
Un beso no, jamás de los jamases. Le puedo dar un abrazo sensual, ésos de ahora que trajo el perreo y su cultura, pero no un beso, nunca. Puedo hacer lo que sea menos besarla, por favor. Esos labios estridentes la alejaban de mi gusto, no podía besarlos, imposible.
- Además – le explico a Esther -, yo tengo enamorada – miento.
- Sí, ya sé. Todos lo sabemos. Yesmilyn está triste por eso.
La noticia de mi enamorada tácita la inventé gracias a Sandra, mi asesora en cuestión de amores. No funciona, igual me comprometí a besar a Yesmilyn. Será la otra semana, en la casa de Esther. Reconozco que no tengo personalidad, menos carácter, soy fácil de imponer órdenes, dócil, muy pasivo. Me consuela la idea de que nadie se va a enterar de esto. Me aturde el imaginar que todos se terminarán enterando. Un beso y ya. No puede ser tan difícil. A lo mejor será bueno el asunto. Estoy nervioso. Llego a mi casa como un zombi: perdido y deambulando. Entro a mi habitación. Abro mi diario desesperanzado. Escribo:
"Siento que la mirada de Yesmilyn me acosa. No sé a donde ir. Si giro a…"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómico y satírico. Muy bien. Provecho con el beso.

Anónimo dijo...

Bien, pero lo dejas en suspenso como todo loq escribes...

Anónimo dijo...

amiguito escribes relindo, si q tienes don para eso. super todas tus memorias ;) no olvids q t kiero mucho y siempre t llevare en mi corazón!!!!!